(Segunda entrega)
El prodigio aleatorio
camina despacio;
el sol lo desvanece porque el fuego lo quema;
las visiones lo estorban.
No embarques tu equipaje
sin cargar mente y alma;
la fe de los gigantes embellece
el vacío importuno.
No escuches la calumnia prepotente
ni tampoco la injuria
camuflada de tibia adulación.
Mostrar cautela es la mejor
doctrina.
Bendigo los ejemplos que mecieron mi cuna
y obedezco las leyes naturales
que me imponen preceptos arrendados
a los pocos sabios que en el mundo han sido.
El cosmos viaja a bordo de ficciones perennes,
Interpreta el valor parlamentario.
No hay más tiempo ni espacio para nadie.
No hay rutas paralelas ni volcanes dormidos.
El planeta se esfuma tan pronto como muere
la rosa en el rosal del cuadro añejo
(Los jardineros y las rosas no son
para casarse).
La conciencia remuerde mientras estamos vivos.
Sus timbales borrachos se apilan en rincones
ocultando su reputación cínica
y te solventan.
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