Esperando un
imposible
Ay, Madre de todos los cuentos:
dame tu pueril consolación
para persuadir al ausente.
Ay, Mitos de campanas que aúllan:
resuenen con la fuerza de los carceleros
llamándolo por novena vez.
Ay, Señor de la Literatura:
devuélveme a mi amado
perdido en la tiniebla.
Ay, Lector de menudencias:
Perdóname el desafuero
y ampárame,
ante la imperturbable inconsciencia
de quien espera un imposible.