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viernes, 12 de junio de 2020

Cuento sobre postales


Cuento sobre postales

I-

Voces del futuro (imágenes)
Haz de luz.

Hoy somos el cuadro imaginario
que cuelga en la pared
que nos ciega el paso
con entrecortado aliento.
Retrato estrellado contra un ladrillo
errático e inestable
del tiempo terrenal.
Hoy no seremos voces mentirosas.
Hueca y agrietada hasta en los poros,
solamente
una pintura seca sobre el muro gris.

¡Qué fría es esta Antártida sin gente!
Mantos de hielo, atormentados y transidos
(pero, no me gusta la palabra transido
¿por qué la uso, entonces?)
La voz transida es menos poética que el nombre.

¡Qué frío el Polo Norte derretido
de este Polo Sur, sin “por ejemplo”!

: Acongojados?                                                     
Sí.
Dos puntos doloridos y experimentales
Que tocan el barro rojizo
como se toca un charango roto.

Y sin embargo...
con embargo.

La carambola ha desaparecido
para reinstalarse en otros corazones
que la supongan deseable
y yo ignoro, si esto es producto
de una noche larga de alcohol de quemar,
sin verdaderas consecuencias.

No quieras ver.


II-


Luego llegó el sueño.
Era aquella, una pobreza heroica.
Un órdago redescubierto.
Una clase de estado espacial,
en el que el ser humano
desarrollaba al máximo sus creencias
o valores sociales
para demostrar la fuerza del espíritu.

¿Se unen más los que tienen menos?

En la montaña diaguita se auscultaba el eco
de la necesidad llorona.
Ponchos de colores en la tierra árida.
Ponchos de todas las edades,
arropando al niño futuro:
Un coya
-como cualquiera de nosotros
hubiera podido serlo-.
Uno.
Todos los hombres.
Es el deber apocalíptico.


III-


Pesadilla.
Y la noche se convirtió en espantapájaros.
Nevaba cuando apareció el rombo fatal;
la hora misteriosa
donde el fantoche extravagante
cambia el rictus
de risa por mueca.
Un pájaro negruzco se llevó otra vez
la codiciada presa.

Caricatura de la vida.
Soledad espectral.



Cetrerías o Cordero de Dios de Lucía Folino

Tapa del libro Cetrerías o Cordero de Dios